domingo, 24 de agosto de 2008
Vencida… una vez más caída hasta la punta de tus pies. Desde allí veo tu inmensidad y me doy cuenta que tu amor fue siempre amor propio. Aquí estoy como querías verme… desolada con mi corazón en las manos, con mis ilusiones rotas, con mi estima por debajo del suelo que vos pisas. Desgastada… fue mi culpa darte más de lo que te mereces. Sigo allí, en la punta de tus pies y cada vez que levanto la mirada veo que no me reconoces. Tus ojos esquivo, tu piel aún más fría… empiezo a dejar de conocerte, estás tan distinto a lo que nunca fuiste. Y vuelvo a castigarme… que fue mi error darte amor. Me levanto después de unos segundos y ahora nuestras miradas se encuentran… ya no estoy tan debajo de ti, ni de tu adiós, ni de este presente. Pero esta mirada ya no brilla con tu rostro, puedo decir que finalmente te desprendiste y te tuve que dejar ir. Y con esta sonrisa irónica en mis labios ya no te quise seguir.
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