miércoles, 17 de diciembre de 2008

En un café se vieron por casualidad, cansados en el alma de tanto andar, ella tenía un clavel en la mano. Él se acercó, le preguntó si andaba bien, llegaba a la ventana en puntas de pie, y la llevó a caminar por Corrientes. ¡Miren todos! Ellos solos pueden más que el amor y son más fuertes que el Olimpo. Se escondieron en el centro y en el baño de un bar sellaron todo con un beso. Durante un mes vendieron rosas en La Paz, presiento que no importaba nada más y entre los dos juntaban algo. No sé por qué pero jamás los volví a ver. Él carga con once y ella con seis, y, si reía, él le daba la luna.-

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