lunes, 8 de diciembre de 2008


Él no había aprendido, no había entendido. A decir verdad, siempre entendió todo y no se hizo cargo de nada. Ojalá hubiera podido cortarlo a él, que era quien realmente se lo merecía. Él merecía ver su sangre desparramada y a continuación llorar envuelto en papel higiénico hasta quedarse dormido. Había desaparecido. ¿Cómo pudo haber desaparecido? ¿Cómo podía dejarme sola, tan sola? Nunca se comunicó, nunca le interesó, simplemente optó por darse a la fuga. Y hubiera estado bien si desaparecía del todo, pero eventualmente volvió, como siempre.

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